Misionero del Espíritu Santo: Vocación al amor

"Hacer a otros felices es ser feliz; esparcir en torno nuestro la alegría es poseer la fuente de ella"


Concepción Cabrera de Armida

martes, 3 de febrero de 2009

Discernimiento vocacional (2/7)

2. Percepción

Había en mi corazón algo así como fuego ardiente, prendido en mis huesos, y aunque yo hacía esfuerzos por ahogarlo, no podía (Jr 20,9).
Para descubrir lo que Dios quiere de ti, necesitas hacer silencio exterior e interior, pues el ruido te impide percibir.
Percibe tus sentimientos, pensamientos, preocupaciones, deseos. Escucha tanto a las personas que aprueban tu inquietud como a quienes la critican. Mira a los hombres y mujeres que te rodean: ¿qué te suscitan su tristeza, su dolor, su pobreza, su necesidad de Dios?
Ve tu historia: ¿Por cuál camino te ha llevado el Espíritu Santo? ¿Cuáles han sido los hechos más importantes de tu vida? ¿Qué personas han sido significativas para ti?, ¿por qué? Toma conciencia de tu presente: ¿Con quién te relacionas? ¿En qué inviertes tu tiempo? ¿Qué te hace feliz hoy? ¿Cómo es tu relación con Jesucristo? Contempla el futuro: ¿Cómo te imaginas dentro de diez años? ¿Qué experimentas al pensar en la posibilidad de consagrar tu vida a Dios? Tienes sólo una vida, ¿dónde quieres jugártela?
Con la ayuda de tu director/a espiritual, discierne cuidadosamente si tu inquietud es signo de un auténtico llamado al sacerdocio o a la vida consagrada, o más bien es manifestación de que Dios quiere que intensifiques tu vida cristiana como laico/a.
Al dar este paso podrás decir: «Intuyo que el Espíritu Santo quiere algo especial de mí». «Siento la inquietud de consagrar mi vida a Dios y de colaborar con Jesucristo en la salvación del mundo».
Inicio
1. Oración
3. Información
4. Reflexión
5. Decisión
6. Acción
7. Dirección espiritual

Discernimiento vocacional (1/7)

1. Oración

Señor, ¿qué quieres que haga? (Hch 22,10).La vocación no es algo que tú inventas, es un tesoro que encuentras. No es el plan que tú elaboras para tu vida, sino el proyecto que Dios-Trinidad te propone y te invita a realizar. No es principalmente una decisión que tú tomas, sino un regalo que recibes, una llamada a la que respondes.Para descubrir lo que Dios quiere de ti, haz oración. Eso hicieron Samuel (1S 3,10), Ezequiel (Ez 2,1–3,11), Jesús de Nazaret (Lc 3,21), María Magdalena (Jn 20,17), Pablo de Tarso (Hch 9,11)…En la oración podrás encontrar a Jesucristo y experimentar su amor; el Espíritu Santo afinará tu oído para que puedas escuchar, y te dará fortaleza y audacia para responder.En el diálogo con Jesús podrás oír su voz que te llama: «ven y sígueme» (Mc 10,21); o bien, escucharás que te dice: «vuelve a tu casa y cuenta todo lo que Dios ha hecho por ti» (Lc 8,39).No basta con que ocasionalmente te acuerdes de Dios y le pidas que te ilumine, es necesario que dediques momentos formales a la oración. Puedes orar diariamente (al menos unos quince minutos), tomar un día de retiro o hacer unos ejercicios espirituales.La oración, además de ser el primer paso del proceso de búsqueda, es un ejercicio que deberá estar presente a lo largo de todo tu discernimiento vocacional.Al dar este paso podrás decir: «Me fascina Jesucristo». «Quiero encontrar la voluntad de Dios para mí». «Quiero realizar su proyecto».
2. Percepción
3. Información
4. Reflexión
5. Decisión
6. Acción
7. Dirección espiritual

Siete pasos para el discernimiento vocacional

¿Tengo vocación?

Siete pasos para el discernimiento vocacional

Fernando Torre, Misionero del Espíritu Santo

Uno de los grandes retos que debes enfrentar en tu vida es el de encontrar tu lugar en la sociedad y en la Iglesia.

A ti, que buscas tu vocación, estos siete pasos te pueden ayudar a discernir el proyecto que Dios Padre tiene para ti.

Aunque aquí se habla de las vocaciones consagradas (en la vida religiosa, en el sacerdocio…), el proceso descrito puede aplicarse en la elección de cualquier estado de vida o profesión.
3. Información
4. Reflexión
5. Decisión
6. Acción
7. Dirección espiritual
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LA FELICIDAD... que muchos buscan y pocos encuentran.. está en Jesús

"Si el hombre quiere saciar la sed de felicidad que le quema las entrañas, es a Cristo hacia quien debe dirigir sus pasos"

(Juan Pablo II)